Mensaje de los Saila Dummagan de la Comarca Kuna Yala |
Saila
Dummad Gilberto Arias ¿Por
qué elaboramos este Estatuto? ¿Cuál era la intención del Congreso
General Kuna al establecer estas normas y a quiénes van dirigidas? Cuando
se elaboró la Ley 16 de 1953, nuestros hijos todavía no habían
llegado a una madurez profesional aceptable, tan importante para
responder a los requerimientos de la sociedad llamada dominante. Los
venerables Saila Dummagan de entonces no pudieron advertir todos los
detalles de la traducción al kuna del documento. En consecuencia, la
Ley 16 se hizo de acuerdo a lo que se había propuesto el gobierno de
turno en 1953; y no fue posible lograr una ley de acuerdo a lo que
nuestras autoridades querían para su pueblo. Sin embargo, tenemos que
reconocer el gran esfuerzo que hicieron nuestras autoridades, a pesar de
que no contaron con el apoyo profesional que hoy tenemos. Y eso sucedió
en el tiempo del Intendente de la Comarca Félix E. Oller. En aquella
ocasión, no contábamos con profesionales en el campo del derecho, y
por eso no tuvimos tanta suerte con esa Ley 16. En
1968 empezamos a notar con mayor claridad los efectos negativos de esa
ley, hecha casi a espaldas del Pueblo Kuna. Notamos que los límites
marcados por ella no eran aquellos que nuestras comunidades habían
considerado suyos desde muchísimos años atrás; que muchas hectáreas
de tierra ya cultivadas por los abuelos, cementerios de comunidades
kunas, incluso un pueblo nuestro habían quedado fuera de los límites
que marcaba dicha Ley. Ante
eso, el Congreso General Kuna empezó a sopesar las posibles
modificaciones que se debían introducir a la Ley 16, para adaptarla a
las exigencias de nuestro pueblo. Todos los delegados sintieron,
entonces, la necesidad de contar con una ley propia, hecha por nosotros
mismos, y hecha a nuestra medida. Así se empezó a elaborar lo que hoy
llamamos la Ley Fundamental de la Comarca Kuna Yala, que constituye uno
de los contenidos de este libro. La Ley Fundamental vino, pues, con
intención de subsanar los vacíos que quedaban en los articulados de la
Ley 16, sobre todo con relación a los límites de nuestro territorio; y
para dar una ubicación correcta a nuestra autoridad máxima que es el
Congreso General Kuna, que en la Ley 16 ocupaba un puesto muy marginal.
Se hizo un enorme esfuerzo de casi 10 años de trabajo, de consulta a
las bases, de sesiones extraordinarias del Congreso General, de
talleres. Por fin el Congreso General Kuna, en su sesión ordinaria,
promulgó dicha Ley Fundamental. Después
de algunos meses, el mismo Congreso General juzgó conveniente y muy
urgente la implementación de la Ley que acababa de nacer. Entonces, se
conformó una nueva Comisión especial para levantar el borrador de lo
que hoy es el Estatuto de la Comarca Kuna Yala. Recordemos que también
teníamos la Carta Orgánica de la Comarca, y esta Carta Orgánica
establecía las normas internas de nuestras comunidades kunas de la
Comarca, pero hacía falta actualizarla y hacerla más ágil para
nuestro tiempo; y la integramos en el mismo Estatuto. Es
muy importante que nuestra cultura sea conocida y reconocida no sólo
por nuestras comunidades, sino también por las leyes nacionales. Por
eso, este Estatuto de la Comarca constituye para nosotros una
herramienta de doble uso. Por un lado, viene a fortalecer la cultura
kuna, para que no sólo resista los embates de la historia, sino también
se incremente, se consolide y que nuestros hijos puedan beber de sus
aguas; y, por el otro lado, es también herramienta para que la sociedad
panameña reconozca nuestros valores, en el marco de la
pluriculturalidad del Estado Panameño. Los
delegados al Congreso General trabajaron conscientes de que sus hijos,
los más jóvenes, poco a poco se van alejando de los valores que
cultivaron los abuelos. Nos urgía, por eso, plasmar esas normas para
todos ellos. Y sirve de instrumento de fortalecimiento de nuestra
identidad. De suyo, en la
medida en que nuestros hijos se van profesionalizando, debería también
subir su aprecio hacia los valores de nuestra historia. Pero no sucede
así. Por lo tanto, tenemos que ayudarles a que, al menos, encuentren
documentos claros que les indiquen sus raíces. Nuestros
sailagan nos cantan de Dad Ibe. Nos recuerdan que un día los ocho
hermanos se habían inclinado a mirarse en la transparencia del agua, y
que ahí habían descubierto que estaban tallados de un solo tronco;
pero, al mismo tiempo, también descubrieron las artimañas de las ranas
que se hacían pasar por sus madres. Los sailagan nos indican que, poco
a poco, nuestros hijos irán desvelando su propio rostro, y ese mismo
rostro les hará inclinarse sobre las fuentes de la historia kuna. Y
ellos llegarán a las fuentes del comportamiento de sus propios padres y
abuelos. Se darán cuenta entonces que se habían equivocado creyendo
que los batracios eran sus progenitores, que las leyes de los batracios
eran sus leyes. Estas normas que presentamos son precisamente para que,
cuando suceda eso, nuestros hijos encuentren entre sus manos las
directrices de sus verdaderos progenitores.
Por eso hemos levantado este Estatuto de la Comarca, para que sea
como el río donde se miraron los ocho hermanos. El
Congreso General, autoridad máxima de la Comarca, no puede avanzar sin
una sólida estructura, sin una columna vertebral fuerte, y esas normas
son las que las constituyen y le dan cuerpo. Todos juntos elaboramos y
aprobamos esas normas, y todos las vamos a cumplir. Es
verdad que todos somos limitados. Por eso nuestras obras son también
limitadas. Sabemos que estas normas llevan nuestras limitaciones, tal
vez hasta nuestro error de visión, pero son nuestras, las hemos hecho
nosotros; y más adelante nuestros hijos tendrán la oportunidad de
corregirlas, de ampliarlas, de actualizarlas, hasta podrán hacer algo
mejor. Este Estatuto no es sólo para nosotros, los que vivimos hoy,
sino también para que nuestros nietos puedan cumplirlo. Y, por eso
mismo, no está escrito en piedra. Lo vamos a cumplir, aún cuando halla
artículos que no nos dejen camino libre para intereses nuestros que
hasta pueden ser muy justos. Tratemos
de seguir el camino que nos indican estas normas. Es cierto que, algunas
veces, sus artículos no nos permitirán obtener algo positivo para la
Comarca. En este caso, el mismo Congreso podrá intervenir para
flexibilizar esas normas. El Congreso General, por eso, está aún vivo.
Sucede
como cuando queremos construir un cayuco. Vemos un árbol frondoso y
recto, y pensamos que podremos obtener de ahí un gran cayuco. Pero si
el árbol cae por el lado que no queremos, nos costará mucho realizar
lo que pretendemos; y el cayuco no saldrá con el tamaño que deseamos.
Para lograr un buen cayuco, y a la medida, no hay más remedio que
armarnos de paciencia. Eso lo sabemos. Y, por eso,
nos dedicamos a trabajar con paciencia y calma, y, también, con
una inversión muy alta. En
estos tiempos, nuestras comunidades, nuestras autoridades, todos estamos
viviendo tiempos de confusión, y ya se están debilitando nuestros
valores, y tenemos que buscar soluciones, alternativas viables para
hacer frente a estos problemas. Estas normas nos sirven para el control,
para que tengamos luz y límites suficientemente claros de
comportamiento. Estas normas constituyen nuestra bandera, y la bandera
nos indica territorialidad, y sin esas normas no podríamos hablar de
territorio kuna. Las dos cosas van unidas. Los problemas que nos aquejan
actualmente, deben tener sus soluciones; y, en parte, estas normas las
indican y las ubican. Vienen a ayudar a nuestras comunidades a afrontar
mejor los problemas. Nuestra
historia es muy clara en esta materia. Nuestras comunidades no han
funcionado nunca sin normas, sin directrices concretas para protegerse,
tanto de amenazas internas como externas. Basta escuchar el relato de
Ibeorgun para percatarnos de eso. Con las normas ha venido el progreso;
sin las normas han venido el caos, la muerte, el comportamiento animal.
Por eso se levantó la Ley Fundamental, el Estatuto y el Reglamento del
Congreso General Kuna. Son caminos para avanzar con mayor seguridad
dentro de nuestro territorio y fuera de él. Ese ha sido nuestro
pensamiento al trabajar en esas normas kunas, y hacerlas parte de
nuestra autonomía. Saila
Dummad Harmodio Vivar Nuestra
Comarca Kuna Yala va dando pasos hacia el desarrollo. Lo hace de forma
lenta, pero lo está haciendo. Sus hijos han crecido lo suficiente en
distintas disciplinas. Ese camino hacia el desarrollo hace urgente
normas suficientemente claras y actualizadas para que el crecimiento sea
integral y coherente. Porque nada se puede conducir sin una ley. Cuando
Baba y Nana crearon el universo, ya lo crearon bajo leyes precisas que
observan todos los elementos que conforman el universo. Todos los
elementos de la naturaleza, nosotros como parte de ella, tenemos leyes
que cumplir, si queremos seguir con vida. La Comarca Kuna Yala, para
alcanzar sus objetivos fijados y avanzar como pueblo, no puede
orientarse sino por el sendero de normas o directrices definidas.
Trazamos este sendero para que nuestros hijos puedan caminar serenos
hacia un desarrollo integral e integrador. Si no lo hacemos así,
impediremos que las nuevas generaciones puedan llegar a los fines
trazados. Sin ese camino que son las normas, las leyes, no habría
desarrollo, ni mucho menos una autonomía. Las
autoridades, como los sailagan, los sapin dummagan deben motivar a todos
los miembros de sus comunidades al cumplimiento de esas normas. Nuestra
historia refleja, desde sus inicios, leyes muy definidas de
comportamiento. Por eso nuestra cultura ha podido resistir hasta ahora,
porque el desarrollo no es fruto que se recoge en el caos, sino bajo
normas claras de juego. Nuestros grandes dirigentes, que pudieron dejar
huellas profundas en nuestra historia, han trabajado bajo leyes muy
claras, y no movidos por simple antojo. Esas normas que presentamos no
son algo nuevo o algo que estamos inventando para poner una nueva carga
sobre el lomo de nuestros hermanos kunas. Queremos facilitar el trabajo
en la Comarca y hacer más decidido el avance hacia los objetivos
fijados. Por eso es muy importante que se cumplan, que se observen estas
normas. No fueron escritas tan fácilmente. Supuso una inversión muy
grande para el Congreso General Kuna, un trabajo intenso de varios años.
Y esas normas, tanto la Ley Fundamental como el Estatuto y el Reglamento
deben formar parte de nuestro quehacer de kunas, de la defensa de
nuestra territorialidad, de nuestra cultura, de nuestra autonomía.
Vamos a tomar estas normas no como un nuevo peso a sufrir, sino como
herramientas que nos van a facilitar una convivencia comunitaria en
solidaridad, en permanente revisión de vida hacia el desarrollo
integral de nuestra querida Comarca. Si no hacemos nuestras esas normas,
si no las acogemos como parte importante para la integridad de nuestra
Comarca, vendrá la confusión y cada uno se sentirá con derecho de
hacer y de deshacer el patrimonio que pertenece a todos, que nos
pertenece colectivamente. La
intención de estas leyes es la unidad de nuestro pueblo, una unidad que
se proyecte con una lengua, con una religión, con un sistema de salud
propios. Vienen a ser coraza protectiva contra las amenazas internas y
externas a nuestra Comarca. Estas normas han salido del seno de nuestro
Congreso General Kuna y se han plasmado para que sean luz para nuestros
pasos, y es muy importante que las aceptemos así, y no las veamos como
una nueva carga. Esta
Ley Fundamental es nuestra ley, este Estatuto es nuestro, los elaboramos
nosotros e intentamos hacerlos a nuestra medida. Así podremos
respetarnos a nosotros mismos, que es la única manera de exigir respeto
de otros. He aquí nuestro compromiso, el compromiso de todos los kunas
que queremos hacer fuerte a la Comarca. Estas leyes quedan en este libro
para que las convirtamos en nuestro machete, en nuestra coa. |